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Saber más: el conocimiento amplía nuestro entorno social

El cerebro es una máquina impresionante que funciona en todo su esplendor cuando estamos aprendiendo. Durante ese proceso se transforman las conexiones neuronales, lo que beneficia, incluso, la manera en que nos relacionamos con el entorno social.

Sin duda, la educación ―formal o informal― es una oportunidad para avanzar como seres sociales e individuales. Tener la oportunidad de acceder a nuevos saberes abre el abanico de recursos para enfrentarnos a la cotidianidad. Por lo tanto, tenemos más herramientas para relacionarnos armónicamente con los otros (Martínez, 2008).

Una segunda lengua enriquece nuestro entorno social

Aprender una segunda lengua suele verse desde una postura funcionalista, es decir, lo que importa es enriquecer la vida laboral. Sin embargo, tiene muchos beneficios colaterales que abarcan a todo el entorno social.

Cuando nos enfrentamos a un nuevo conocimiento, retamos a nuestro cerebro y salimos de nuestra zona de confort. Un estudio de The Journal of Neuroscience revela que un adulto bilingüe tiene mayor capacidad para adaptarse a una circunstancia nueva o inesperada (Chan, 2014).

Aunque en este caso estamos hablando en específico de estudiar algún idioma, cualquier aprendizaje es bueno para el ser humano. Si bien el conocimiento es individual, la forma de apropiárselo es social.

La educación es un proceso lineal de superación personal, de adopción de valores, hábitos y costumbres que convierten a las personas en miembros de su comunidad (Martínez).

Entorno social amplio y calidad de vida

Se entiende por entorno social las condiciones de vida de una persona con referencia a su trabajo, sus estudios, su nivel de ingresos y las comunidades de las que forma parte.

Pertenecer armónicamente a las diferentes esferas del ser humano no es sencillo. Cada persona es un mundo y enfrentarnos al otro implica aceptar su individualidad.

Una persona que está abierta al aprendizaje tendrá más habilidades personales para construirse un entorno social que le aporte calidad de vida.

Retomando el ejemplo de aprender otro idioma, una lengua no solo son palabras, es una forma de comprender el mundo. Una persona bilingüe tiene más apertura para enfrentarse a esa otra manera de estructurar la realidad.

El entorno social contribuye a la paz espiritual

Aunque la paz espiritual es un proceso personal, se nutre del entorno social. Algunas filosofías orientales explican que vivir bien es buscar el equilibrio entre las condiciones de vida individuales y colectivas.

Son varios los pilares básicos que una persona debe armonizar. Ciertamente la familia es fundamental, pero también lo son los amigos. El trabajo es una de las esferas más importantes para la autorrealización, pero no es la única.

Cuando el tiempo de vida laboral ha terminado su ciclo, la educación puede ser una herramienta muy útil para seguir buscando retos. El conocimiento rejuvenece porque tiene, en su profundidad, un impulso vital (Martínez).

Las diferentes etapas de la vida demandan conocimientos específicos. Sin embargo, puede ser muy placentero cuando se llega a un punto en el que el aprendizaje pierde su característica funcionalista y se realiza solo por el amor al saber.

Referencias Bibliográficas

Martínez, B. (2008). El aprendizaje de la cultura y la cultura de aprender. Convergencia, volumen 16. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-14352008000300011

Chan, A. (1 de julio de 2014). Ventajas de aprender idiomas: 7 razones científicas para hacerlo. Huffpost. Recuperado de https://www.huffingtonpost.es/2014/07/01/beneficios-de-aprender-idiomas_n_5514494.html

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