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Dos áreas de la empresa en las que el inglés es vital para su globalización.

Son las 7:45am y Román Bastidas está sentado en el acolchado sofá de cuero, en la sala de espera ejecutiva del piso 32, lugar en el que por muchos años soñó esperar. Hace 22 años trabaja en la empresa y le costó trabajo y sacrificio llegar a la posición que actualmente ocupa: director del área Financiera y un equipo de más de 15 personas.

Ni un café le ha querido recibir a Yolanda, la secretaria de Presidencia que, al parecer, mientras lo ve sudar, está más nerviosa que él. Él está esperando ansiosamente a que le hagan pasar a la sala de juntas de la vicepresidencia financiera, donde seguramente su jefe le pedirá que explique al detalle los presupuestos y proyecciones que durante mucho tiempo a diseñado y alimentado, frente a un hambriento y joven grupo de analistas financieros que vienen de Berlín, donde está la casa matriz de la compañía aliada que los quiere comprar. Bastidas sabe que, si se destaca con la información y responde acertadamente a las preguntas, es muy probable que lo nombren oficial de emparejamiento financiero para el empalme operativo de las 2 compañías, lo que para él implicaría en el corto plazo poder duplicar su ingreso, viajar a Europa en compañía de su esposa 2 veces al año y un ascenso dentro de lo que será la nueva estructura organizacional de la Holding…Nada mal, eh?

Mientras se acomoda mil veces su corbata y brilla el pin de la compañía que lleva en la solapa, piensa en lo mucho que admira a su jefe por imaginárselo comunicándose con sus interlocutores en su lengua de origen: el alemán. Luego de una hora de tensionante espera, Yolanda le avisa que ya puede ingresar para su presentación; por lo que Román, persignándose y agarrando fuerte su portátil, se pone de pie de un brinco y da rápidamente las 4 zancadas que necesita para llegar a la puerta de la sala. Nada diferente a lo que se imaginaba: 6 jóvenes ejecutivos, bien parecidos e impecablemente atalajados, lo observan sonrientes y ansiosos por conocer las proyecciones que tanto han esperado; su jefe, en la cabecera de la mesa, señalándole a su lado la silla que le ha reservado para su debut. Nuestro amigo saluda con amable gesticulación, se sienta orgulloso y, simulando ecuanimidad, comienza su presentación. Pasados pocos segundos de estar hablando, nota con rareza que sus interlocutores extranjeros se miran entre ellos con semblante desconcertado, y su jefe se tapa la cara como con vergüenza, por lo que detiene su monólogo y luego de un par de segundos pregunta a su jefe si debe hablar más despacio; este último lo increpa y le recuerda que debe volver a comenzar, pero esta vez hablando en “inglés”, para que los invitados puedan comprender lo que dice. Román sintió instantáneamente que su mundo e ilusión se derrumbaban; todo lo que había soñado y previsto, se venía abajo en un abrir y cerrar de ojos. Le dijo entonces destruido y sonrojado a su jefe lo que jamás éste último pensó escuchar: <<yo no hablo inglés, señor vicepresidente ¿podría usted por favor ayudarme a traducirles lo que voy diciendo durante la charla?>>. El jefe llevó de nuevo sus manos a la cara, apenado y también desconcertado, mientras los germanos esperaban impacientes y ya algo molestos.

Pasado un minuto, nuestro amigo salió anímicamente destrozado por la puerta de la sala de reuniones donde acababa de ver mutilados en cámara lenta sus sueños. Miró a Yolanda con una noble sonrisa y le contó que su jefe acababa de pedirle que fuera rápido a buscar al joven y nuevo miembro de su equipo para que asumiera la presentación a los alemanes, ya que entendían que este recientemente había completado un curso en inglés de negocios y seguramente estaba preparado para ser óptimo interlocutor en lo que restaba de la reunión. Román no tuvo más opción que llamarlo para que subiera y lo reemplazara, mientras veía como se esfumaba su anhelo de liderar el proyecto y se imaginaba, en triste contraste, como sería el vertiginoso ascenso en la carrera de Andrés, el colaborador que acababa de entrar a encarar la oportunidad de mostrarse y apoderarse del vector profesional que Bastidas siempre soñó y había dejado ir por entre los dedos.

Como Román Bastidas, son muchas las personas en el mundo empresarial que ven truncadas sus carreras y sus sueños por no saber inglés. Para nadie en la actualidad es secreto aquello de que, al menos tener una segunda lengua, es un atributo que abre puertas y permite fluir la carrera de los profesionales de mejor manera.

Pero no solo hay que hablar de los individuos y colaboradores que buscan cada vez mejores oportunidades de trabajo y lograr entrar a la empresa anhelada. Los empresarios y emprendedores deben ser conscientes del diferencial tan grande que implica hablar inglés en su espectro de oportunidades de crecer o expandirse a otros mercados. Es una realidad: “El inglés es, y seguirá siendo por décadas, el idioma universal”. Porque, aunque se diga algo alterno o diferente, nadie puede objetar que las empresas requieren que sus empleados hablen inglés y que cada vez son más las personas en todo el mundo que invierten en su segunda lengua, teniendo la objetiva certeza de que actualmente, así sea optativo, se consolida cada vez más como algo definitivo para el trascender de todo profesional.

Y es que son las mismas empresas y sus proyectos las que definen la importancia de este idioma para su crecimiento y supervivencia. En la crónica de Román Bastidas, vemos cómo el inglés es herramienta clave a la hora de describir el comportamiento y la situación financiera de una boyante compañía que quiere ser comprada por un gigante de la industria logística. Las personas que trabajan en el Área Financiera de cualquier institución necesitan saber hablar inglés para poder fluir internamente con funcionarios multilingües de otras dependencias y para comunicar veraz y ejecutivamente a proveedores, inversionistas y demás stakeholders, el estatus, las proyecciones financieras de la entidad y el potencial económico que la convierte en la mejor opción para instalar capitales y/o patrimonios.

Juan Fernando Gómez VanDongen, Supply Chain Solutions Director en la Fundación Chemonics International, expone la importancia del inglés en el flujo de las comunicaciones de la institución cuando de conseguir recursos se trata: <<Nuestros funcionarios son de varias nacionalidades. Para nosotros, hablar inglés es primordial. Tenemos que saber exponer todas nuestras campañas y proyectos en términos de retorno para las empresas que auspician nuestra operación en todo el mundo. Estos sponsors no quieren beneficios económicos, pero sí esperan saber las vidas de cuántos niños abandonados y enfermos de VIH serán impactadas por cada mil dólares que inviertan, como también la visibilidad de su marca en cada proyecto y ante la población vulnerable que apoyen. Sin hablar inglés, no tendríamos una herramienta común para comunicarnos en todas estas vertientes temáticas y nuestras operaciones serían penosamente ineficientes e improductivas>>. La fundación tiene presencia en más de 35 países de 4 continentes, y ampara con sus proyectos a poblaciones vulnerables con alto nivel de desamparo infantil y enfermos de VIH.

Las empresas actualmente se han convertido en una matriz multifuncional de profesionales de diferentes regiones del planeta. No es raro ver también que en una compañía haya personas de varias nacionalidades en los niveles ejecutivos y operativos, sumado a la impresionante horda de profesionales que son expatriados día tras día por sus casas matrices, yendo con sus familias de país en país, como su fuera una nueva modalidad de turismo ejecutivo, derivado de haber comprado un seguro para conocer el mundo mientras trabajan.

La dependencia funcional para la que es aún más determinante el manejo del inglés durante sus acciones diarias, es el Área Comercial. La fuerza de ventas de la empresa requiere contar con personal que hable este idioma de manera fluida, para poder emprender proactivamente procesos comerciales hacia otros países, sin importar la lengua original del mercado que quieren penetrar. Ya bastante trabajo cuesta lograr conseguir contactos idóneos al interior de una organización, como para malgastarlos por no encontrar un medio efectivo de comunicación con ellos.

Albert Matta Maya, Regional Sales Manager en CTAP – Colorado Tubular Aztec Pipe-, empresa norteamericana dedicada a la distribución nacional de tubería para proyectos de macro-ingeniería, se refiere a lo vital que resulta tener un nivel avanzado de inglés para poder aprovechar las pocas, pero millonarias, oportunidades de negocio que entran a su Pipeline: <<Hablo todo el día con ingenieros de pozos petroleros a lo largo y ancho de los Estados Unidos, como también negocio frecuentemente con los presidentes de muchas de las más grandes empresas de ingeniería civil del país. Por otro lado, me veo varias veces al día lidiando con directores de un sinnúmero de “Mom and Pop” companies (family-owned or independent business). Todo lo anterior, me reta a tener que comprender una inimaginable cantidad de acentos, conceptos de negocios y expresiones idiomáticas que me permitan generar empatías y conversaciones efectivas con clientes y personas de negocios, si realmente quiero cumplir mis metas de ventas. Mi rol comercial también implica de vez en cuando dar manejo a situaciones jurídicas con interlocutores del área legal de alguna entidad. Mi manejo y comprensión del inglés es simplemente vital, ya que sin éste no podría hacer fluir los acercamientos y las negociaciones evitando malentendidos y problemas posteriores por mala comunicación. Actualmente, tengo la responsabilidad de internacionalizar las operaciones de la empresa, por lo que llevo meses haciendo videoconferencias con compañías de países europeos a los que seguramente pronto viajaré para cerrar negocios. Con las personas de estas entidades sólo tengo chance de comunicarme en inglés; incluyendo una empresa española, con cuyo gerente de compras, que por cierto es de origen turco, solo puedo comunicarme mediante este idioma>>. Albert es original de España y desde hace más de 10 años vive con su esposa en EE.UU., país al que viajaron para buscar proyección profesional y mejor calidad de vida.

Por supuesto, las áreas “Financiera” y “Comercial” no son las únicas en las que hablar inglés es vital para el desarrollo de sus core functions. No es desacertado decir que “todas” las áreas en las compañías, tarde o temprano, terminan teniendo la necesidad de coordinar procesos o proyectos con empresas extranjeras o con funcionarios de esas empresas cuyo idioma viable es el inglés.

Alejandro Kellir Nett, Jail Development Program Manager de la organización no gubernamental más importante del mundo, cuenta cómo el inglés se convierte en su más importante herramienta de trabajo: <<Viajo por todo el mundo visitando entidades estatales y organizaciones gubernamentales, procurando que éstas implementen programas especializados y probados de bienestar y derechos humanos en las cárceles de muchas naciones. Esto implica que, a donde voy, es el inglés al que recurro para comunicarme con cualquier persona con la que tengo alguna coordinación o verificación de nuestros programas. También, me sorprende que los hoteles y restaurantes de todo el mundo cada vez se empeñan más en tener personal bilingüe angloparlante que reciba, atienda y sirva a sus huéspedes y clientes usando este idioma como medio de trabajo para hablar asertivamente con los visitantes. Cada vez uso menos el francés y el español en mis días de trabajo. Sueño en inglés, discuto en inglés y hablo en inglés con mis 4 hijos. ¡No hay escapatoria!>> Alejandro trabaja en la organización hace más de 10 años y sabe que a donde pudieran en el futuro expatriarlo, llegará y vivirá tranquilo porque el inglés suyo y de su familia le permitirá asentarse sin mayor problema en el país al que pudiera ir.

Podríamos seguir buscando ejemplos y tener conversaciones con empresarios de cualquier parte del mundo. La constante, sería encontrar que el inglés se consolida cada vez más como la lengua de supervivencia por excelencia, para empresas y profesionales. Todas estas reflexiones pueden sonar obvias para muchos, pero parten todas de una realidad de la que debemos ser conscientes, si no queremos quedar un día aislados del mundo y sin oportunidades de crecer nosotros mismos, nuestras empresas y nuestros colaboradores.

Fuente: Investigación propia de KOE S.A.S por Carlos Andrés Gómez.

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